La tormenta que salvó las olas de Getxo
Hace algo más de cuarenta años comenzó un proyecto para cerrar por completo el Abra Exterior que hubiera supuesto la desaparición de todas sus olas, desde Ereaga hasta La Galea. Tan solo una gran tormenta pudo parar este megaproyecto.
A mediados de los años sesenta del pasado siglo el tráfico marítimo en el Puerto de Bilbao había crecido hasta llegar al máximo de su capacidad, y se comenzaron a realizar grandes obras para ampliarlo. En 1970 se construyó el Muelle Adosado y el Reina Sofía en el Abra de Santurtzi, capaces de recibir a barcos de hasta 100.000 toneladas de carga, pero aun así todavía se quedaba pequeño para los grandes superpretroleros que llegaban para transportar el combustible del recién estrenado Petronor.
Fue en 1971 cuando Petronor y el Ministerio de Obras Públicas se pusieron de acuerdo para la construcción de dos grandes diques que cerrarían todo el Abra de Bilbao ofreciendo así abrigo a los más grandes barcos.
Se comenzó primero con el Dique de Punta Lucero, un espigón de 2.450 metros que se construyó con bloques de 65 toneladas. Tan solo ese proyecto ya afectó a la frecuencia con la que rompían las olas en las playas de Getxo, pero tan solo era el principio, todavía quedaba lo peor.
En 1975, cerca de la finalización de las obras en Punta Lucero, se empezó con el dique de Punta Galea cuya longitud estaba proyectada en 3295 metros. Miles de toneladas de tierra y rocas se usaron para crear una carretera que bajara por el acantilado y poder llevar así los enormes bloques de hormigón.
Las obras iban a buen ritmo y todo indicaba que la obra iba a finalizar, acabando así con cualquier oleaje dentro del Abra Exterior. Adiós al surfing en Ereaga, Arrigunaga, Jefris, etc.
Pero en los primeros días de diciembre de 1976 una gran tormenta de viento y olas azotó las costa cantábrica. 25.000 olas de más de doce metros (hay algún informe que dice que las olas llegaron hasta los 20 metros) rompieron durante 60 horas contra el espigón de Punta Lucero abriendo dos grandes boquetes. El fuerte temporal levantó olas hasta de cinco metros por encima de lo que las medidas de seguridad preveían.
Murieron dos trabajadores de la constructora del dique, Dragados y Construcciones, al ser arrastrado su coche por las olas mientras inspeccionaban el espigón. Los vientos de 150 km/h junto con el fuerte oleaje rompieron las amarras de varios barcos, entre ellos un petrolero que estaba realizando el trasvase de su carga en ese momento. Se mascó la tragedia pero finalmente el vertido fue mínimo.
Pasada la tormenta se necesitó reconstruir urgentemente el dique de Punta Lucero así que todos los bloques y personal que estaban destinados a Punta Galea se usaron allí.
En julio de 1978 se habían gastado 2.000 millones de las antiguas pesetas en los trabajos de reparación y posteriormente la administración central y la empresa se tuvieron que gastar otros 7.000 para "conseguir que las medidas de seguridad fueran 1.000 por 1.000 eficaces".
Fue una de las mayores cagadas de la ingeniería en nuestro país. Un estudio posterior concluyó que los bloques usados eran demasiado pequeños y que debían reforzarse con bloques de 150 toneladas.
Durante los años posteriores todos los esfuerzos se invirtieron en reparar el desastre de Punta Lucero, paralizándose así casi todos los trabajos en Punta Galea. Las olas de Getxo se habían salvado.
A mediados de los años sesenta del pasado siglo el tráfico marítimo en el Puerto de Bilbao había crecido hasta llegar al máximo de su capacidad, y se comenzaron a realizar grandes obras para ampliarlo. En 1970 se construyó el Muelle Adosado y el Reina Sofía en el Abra de Santurtzi, capaces de recibir a barcos de hasta 100.000 toneladas de carga, pero aun así todavía se quedaba pequeño para los grandes superpretroleros que llegaban para transportar el combustible del recién estrenado Petronor.
Mapa naútico actual dónde se puede observar el dique subterraneo de Punta Galea |
Fue en 1971 cuando Petronor y el Ministerio de Obras Públicas se pusieron de acuerdo para la construcción de dos grandes diques que cerrarían todo el Abra de Bilbao ofreciendo así abrigo a los más grandes barcos.
Se comenzó primero con el Dique de Punta Lucero, un espigón de 2.450 metros que se construyó con bloques de 65 toneladas. Tan solo ese proyecto ya afectó a la frecuencia con la que rompían las olas en las playas de Getxo, pero tan solo era el principio, todavía quedaba lo peor.
En 1975, cerca de la finalización de las obras en Punta Lucero, se empezó con el dique de Punta Galea cuya longitud estaba proyectada en 3295 metros. Miles de toneladas de tierra y rocas se usaron para crear una carretera que bajara por el acantilado y poder llevar así los enormes bloques de hormigón.
Las obras iban a buen ritmo y todo indicaba que la obra iba a finalizar, acabando así con cualquier oleaje dentro del Abra Exterior. Adiós al surfing en Ereaga, Arrigunaga, Jefris, etc.
Pero en los primeros días de diciembre de 1976 una gran tormenta de viento y olas azotó las costa cantábrica. 25.000 olas de más de doce metros (hay algún informe que dice que las olas llegaron hasta los 20 metros) rompieron durante 60 horas contra el espigón de Punta Lucero abriendo dos grandes boquetes. El fuerte temporal levantó olas hasta de cinco metros por encima de lo que las medidas de seguridad preveían.
Daños en Punta Lucero después de la tormenta de diciembre de 1976. Se llegó a medir una ola de 25,4 metros en Pasaia. |
Murieron dos trabajadores de la constructora del dique, Dragados y Construcciones, al ser arrastrado su coche por las olas mientras inspeccionaban el espigón. Los vientos de 150 km/h junto con el fuerte oleaje rompieron las amarras de varios barcos, entre ellos un petrolero que estaba realizando el trasvase de su carga en ese momento. Se mascó la tragedia pero finalmente el vertido fue mínimo.
Pasada la tormenta se necesitó reconstruir urgentemente el dique de Punta Lucero así que todos los bloques y personal que estaban destinados a Punta Galea se usaron allí.
En julio de 1978 se habían gastado 2.000 millones de las antiguas pesetas en los trabajos de reparación y posteriormente la administración central y la empresa se tuvieron que gastar otros 7.000 para "conseguir que las medidas de seguridad fueran 1.000 por 1.000 eficaces".
Fue una de las mayores cagadas de la ingeniería en nuestro país. Un estudio posterior concluyó que los bloques usados eran demasiado pequeños y que debían reforzarse con bloques de 150 toneladas.
Durante los años posteriores todos los esfuerzos se invirtieron en reparar el desastre de Punta Lucero, paralizándose así casi todos los trabajos en Punta Galea. Las olas de Getxo se habían salvado.